Críticas a los censos puristas - América Latina y el Caribe

Existe por estos tiempos una importante discusión acerca de la validez de los censos y su metodología para contar con ellos para realizar la planificación, monitoreo y evaluación de políticas públicas. Académicos y funcionarios se preguntan en qué medida son los censos reemplazables o perfectibles dados los altos costos actuales en que incurren y la extensa disponibilidad de tecnologías de información y bases de datos que se encuentran desarrollándose en el marco de la sociedad de la información y el conocimiento.

Una de las líneas que cuestiona los censos tradicionales argumenta que lentamente y de manera creciente las tecnologías y la generación voluntaria y participativa de información por medios descentralizados , además de los CRM, van a ir reemplazando a los instrumentos tradicionales -como las encuestas casa a casa- e incluso las cartografías oficiales generadas por los INEs u otros organismos oficiales. Un buen ejemplo de ello son las iniciativas de vinculación semántica de datos como Linked Data ó Data.gov, que en versiones más avanzadas serían fortalecidas por eficientes métodos muestrales , para sustituir los defectuosos registros públicos de personas, por ejemplo . Dado que estas tendencias asumen el principio de voluntariedad y colaboración entre pares, se sostiene que estos pueden ir sustituyendo y haciendo más transparente y descentralizada la generación y el acceso a la información pública.

Esto no significa intromisión en la vida de nadie, al menos por el lado del relevamiento de viviendas, ya que ésta se realiza desde el espacio público, como lo es la calle, al menos generando las relaciones territoriales básicas. Por el lado de contar la gente, se argumenta que es posible redoblar los esfuerzos de compartir y potenciar registros y bases de datos para contabilizar nacimientos, defunciones, migraciones y todo lo relacionado al movimiento poblacional. Y esto ya se está haciendo a través de iniciativas de información generada por voluntarios o unificando bases de datos de varias fuentes.

Tres son los factores determinantes para dejar de realizar los censos en la forma clásica de ir de puerta en puerta preguntando datos personales y también otros de fondo. El primero es el altísimo costo para el erario público debido a la inmensa cantidad de relevadores que moviliza, el segundo las demoras para hacer disponibles los resultados procesados y el tercero tiene relación con aspectos estadísticos técnicos. Se critica principalmente la relativamente corta  vigencia de los datos, incluso para casos de países desarrollados que cuentan con infraestructuras de datos y de procesamientos muy avanzados, que sin embargo limitan las búsquedas, consultas y disponibilidad de los datos al gran público, haciéndola muy complicada hasta para personas con experiencia en el manejo de datos. La pregunta de fondo más incisiva es ¿ de qué sirve una información que fue generada hace 10 años?.

Sin embargo, también es cierto que al plantear el uso del internet para recolectar datos personales se prenden las alarmas al temor de invasión a la privacidad, dada la abundancia de modernas tecnologías con robots que rastrean las actividades de las personas, máxime para el caso de que los censos se hicieran a las computadoras de cada habitante. Además, si bien el costo de un censo y la vigencia de la información que él produzca es un tema que aún requiere ser resuelto, el tiempo en que se demora en revelar los resultados del censo ha bajado. Al menos este es el caso de Brasil  en este año, en el que si bien los resultados finales estarán en el plazo convencional (de al menos un año), los resultados parciales se conocerán en poco menos de un mes.

De todas maneras es positivo plantear la posibilidad de actualizar los mecanismos de recolección de información estadística y su gestión, ya que en las condiciones vigentes los países de América Latina y el Caribe están experimentando crecientes demandas en cuanto a la regularidad, calidad y disponibilidad de información de todo tipo en la inminente transición desde una sociedad de consumo a una de la información y el conocimiento. 

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